El río está seco, peligrosa sequía y complejidad del cambio climático

Publicado el at 12/01/2018
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opinion de funador del diario el observador
Roberto Silva – Fundador de “El Observador”

Los agricultores lo han planteado con claridad. El río viene con poca agua, en otras partes está seco, hay muchos pozos que no tienen ni una gota de agua, la sequía estrecha la vida de los árboles y complica el desarrollo en el campo.

Se han recuperado tranques y se estudian embalses. Falta mucho más. Más vigilancia armada del río, con mecanismos de control más modernos y con delimitaciones de sus usos en forma precisa.

Las intensas lluvias del año pasado no fueron suficientes y los agricultores aseguran que siete años igual al anterior recién podrían corregir el estado actual de la sequía y avance del desierto en la zona central de Chile.

Hace años que nos estamos preguntando cuál es la razón de los cambios en el clima. No entendemos que tengamos días de verano a finales de marzo y comienzos de abril. No sabemos por qué llovió tanto en la Tercera Región donde hubo aluviones catastróficos, no entendemos las razones de por qué llueve menos, por qué el volcán Villarrica, por qué las marejadas, por qué 194 comunas con emergencia agrícola por sequía entre Copiapó y Chiloé, por qué la terrible sequía, por qué el avance del desierto, en general, no entendemos tantos desórdenes en nuestro clima.

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Ya no podemos decir que vivimos las cuatro estaciones, porque a veces el calor o el frío invaden el otoño o la primavera. Ya no llueve como antes, ahora es cortito y muy intenso, como si estuviéramos en el trópico.

El sistema está siendo perturbado y los fenómenos raros que experimenta el planeta son un reflejo de su intento de adaptación a las nuevas condiciones”

Siempre he estado buscando respuestas a este cambio climático y por fin he encontrado una mirada inteligente y global sobre lo que nos está ocurriendo. En las Naciones Unidas hay una oficina que se llama Organización Meteorológica Mundial (OMM) que trabaja para buscar razones a todo cuando le ocurre al planeta. El segundo a bordo de esa institución, Jeremiah Lengoasa, máster en Climatología, estuvo en Chile y explicó que “la forma en que el sistema se está comportando es una indicación clara de que está siendo perturbado y ahora está tratando de normalizarse mediante una redistribución de energía en distintas partes del mundo”.

La explicación del climatólogo es muy clara. El sistema está siendo perturbado y los fenómenos raros que experimenta el planeta son un reflejo de su intento de adaptación a las nuevas condiciones. La Tierra está viva. Todo lo que le hacemos tiene consecuencias. El científico dice que si se mira el promedio general desde que comenzaron a hacerse las mediciones, hace más de cien años, la tendencia al alza de la temperatura es irrebatible. Y se pregunta: ¿y dónde se fue el exceso de calor que no aparece en las mediciones, entonces? Contesta: “El océano está tomando gran parte de él. Sabemos que el calor es normalmente contenido en los primeros 700 metros de profundidad y es lo que incide en la corriente de El Niño y La Niña, pero no sabemos lo que ocurre más abajo, pero sí sabemos que el océano está absorbiendo ese calor a niveles más profundos. Si el calor superficial es suficiente para provocar las corrientes de El Niño y La Niña, ¿qué alteraciones provocará en el sistema climático el calor más profundo del océano?”, dice con preocupación.

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Todo hace prever que tendremos un país más seco y caluroso, con menos lluvias, con aumento sostenido de la erosión, con creciente escasez de agua de riego y potable, con aumento del nivel del mar y sus efectos y con menos nieve en los cerros y retroceso de los glaciares. Todo eso ya está cambiando, todo eso no es un evento aislado, sino una constante con la que tendremos que aprender a vivir.

El Ministerio de Medio Ambiente entregó alguna vez un “Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático”, donde advierte la vulnerabilidad de las ciudades y dice textualmente: “Otros eventos de importancia son las tormentas cálidas, que pueden provocar desbordes de ríos, aludes e interrupción de servicios de agua potable”. Es decir, lo que ya pasó en Copiapó y Chañaral, y volvió a pasar en el sur.

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Lo que falta es que el Estado comience a realizar las altas inversiones que se requieren para prevenir todo lo que viene con el cambio climático global y que se inicie una campaña de concientización sobre esta nueva forma de vivir a la que nos están llevando los desórdenes que le hemos causado al planeta.

 

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