José Manuel Roco Libuy: “Empecé a trabajar en Melón a los 17 años junto a mi papá”

Publicado el at 05/12/2019
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Este obrero – eléctrico de planta – es Vecino Población Cemento Melón y recuerda sus años en la fábrica de cemento

José Manuel Roco Libuy tiene 78 años y hasta la fecha ha vivido en cuatro casas de la Población Cemento Melón. La primera fue la N°107, y la habitó junto a sus padres y seis hermanos. A ella llegaron gracias a que su padre, Francisco Roco, trabajaba en la fábrica Cemento Melón a igual que su abuelo -llamado de la misma manera- y algunos de sus tíos. Las otras tres, en cambio, las compartió con su esposa, Ana Salinas Terraza, y los tres hijos de ambos: Paola, Alejandro y Marcela.

El ex empleado de la fábrica recuerda cómo sus hermanos y él pasaron de la Escuela de Hombres Cemento Melón a distintas áreas de la fábrica, y que lo mismo ocurrió con su hermana Teresa, quien estudió en la Escuela de Mujeres -conocida en aquella época como “Las Teresianas”- y trabajó como secretaría de Gerencia.

“Empecé a trabajar como obrero a los 17 años junto a mi papá en el taller eléctrico y nunca tuvimos un problema, porque hacía todo lo que me pedían. Ahí llegué a ser empleado y eso me dio beneficios, como tener una casa en la que no pagaba cuentas, que mis hijos estudiaran con becas y acceso al casino. Además, cuando murió mi papá, el gerente de ese tiempo, Hernán Márquez, me dejó a cargo de la mantención de la Población Cemento Melón. Por eso, nos cambiamos de casa y nos instalaron teléfono; querían que estuviera más cerca y comunicado”, detalla.

Arriba de izquierda a derecha: Gerardo Mendoza Ramírez, Josefa Mendoza Roco, Constanza Roco Orellana, Alejandro Roco Salinas, Marcela Orellana González. Abajo: Paola Roco Ramírez, José Manuel Roco Libuy y Ana Salinas Terraza.

A pesar de todas las responsabilidades que Juan Manuel tenía dentro y fuera de su jornada laboral en Cemento Melón, el tiempo le alcanzó para dos actividades más en las que también destacó: fútbol y música.

“Fui goleador del equipo de fútbol del taller eléctrico. ¡No me pillaban nunca! Me arrancaba, hacía los goles y les bailaba”, cuenta entre risas.

“Igual, toqué el trombón cuando mi hermano ‘Lucho’, dirigía la banda. Ahora, él es director de la banda de guerra e instrumental del Colegio Becarb”, comenta, orgulloso.

Toda esta vida en comunidad fue cambiando, en la medida que los tiempos y la ciudad también lo hacía. Por eso recuerda con melancolía los años en que un torno separaba al campamento del resto de la ciudad, tanto por la oportunidad de hacerse dueños de sus casas, como la obligación de adaptarse a una nueva forma de vida.

“Para nosotros fue un cambio grande el que la fábrica decidiera vender las casas. Pudimos quedarnos con una a buen precio y, con los años, llegaron hartas personas de otras partes, algunas calles se abrieron y sacaron a los guardias. También, se sacó la piscina con patos que había al medio de la población. La vida aquí cambió harto”, aseguró.

Durante el 2000 y tras 42 años de servicio, José Manuel tuvo la posibilidad de optar por un retiro voluntario que la empresa ofreció a sus trabajadores de planta, decisión que tomó apoyado por su familia. Pero reconoce que dejar el trabajo que amaba no fue sencillo.

El doctor me dijo que era tiempo de descansar. Pero me costó, porque aunque siempre tuve trabajos particulares y seguí teniendo a cargo la mantención de la población, el casino y las luces de las actividades como ‘Canta Melón”, no era lo mismo. Mi esposa me ayudó a enfrentar mi nueva vida. Ahora me dedico a mis nietas, a compartir con mi familia y a disfrutar todo lo que Cemento Melón me entregó y yo logré gracias a mi trabajo en la fábrica”, finalizó.

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