Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
En estos días en que se está preparando la configuración de un nuevo gobierno hay situaciones que tiene mucho sentido observar. Por ejemplo, ¿cómo se maneja un gobierno? ¿Con cuántos funcionarios se mueve todo el sistema desde La Moneda? ¿Cuánto dinero se gasta al mes en el equipo base del funcionamiento del gobierno?
Aunque algunos todavía sacan cuentas confusas, es casi imposible que Kast no sea el próximo Presidente de Chile. Los números no engañan. La derecha tiene más del 50% de los votos, entendiendo que los que votaron por Kast, Kaiser y Matthei, no van a votar por Jara. Y eso es suficiente.
Entonces, no resulta un apresuramiento que José Antonio Kast haya nombrado a Sebastián Figueroa como su “reclutador” del equipo de gobierno. Más bien es un acto de previsión ante un futuro eminente. Se trata de un ex UDI, como Kast y como Kaiser y como la mayoría del grupo republicano, que es ingeniero comercial, con un posgrado en la Universidad Católica de Santiago y que fue consejero constitucional.
¿Cuál es su misión?
Contratar a los 3.000 funcionarios que mueven el gobierno, que son piezas vitales para controlar la gestión del gobierno. Son tres mil funcionarios de confianza, que van a durar los cuatro años de gobierno. Cargos críticos que permitirán apurar los avances en los diferentes ministerios, buscando idoneidad, experiencia y aptitudes.
Para contratar 3.000 debería tener por lo menos diez mil currículos. Me cuesta imaginar diez mil currículos juntos, así como es difícil comprender la cantidad de llamados que recibirá Sebastián Figueroa en un país donde el “pituto” es rey.
Son personas que trabajarán para Kast como ministros, subsecretarios, seremis, jefes de servicio, profesionales adjuntos a los cargos, en fin, tres mil personas que tendrán un nuevo trabajo a partir del 11 de marzo del 2026, los mismos cargos que dejarán los del gobierno que se va.
Boric contrató 100.000 personas en cuatro años. Pero estos 3.000 son los claves, los que, de algún modo, dependen directamente de la Presidencia y conforman el verdadero motor del gobierno.
Aceptemos que en promedio deberán pagarles $3.500.000 mensual a cada uno y tomando en cuenta que muchos sueldos sobrepasan los seis millones. Con un promedio de tres millones y medio, tendríamos que concluir que el gobierno gasta en su equipo motor $10.500.000.000 millones de pesos mensuales. Es decir, en cuatro meses superan a la Teletón.
Multiplíquelo por 12 o por 48 meses y verá la fortuna que gasta un Presidente para mover sus piezas fundamentales. En eso consiste el poder, en poder contratar a miles de personas, en tener el mando de un país, en disponer de todos los miles y miles de millones de los impuestos que pagamos los chilenos, en conducir a la nación por el mejor camino posible, con muchas complicaciones con los parlamentarios, los fiscales y los jueces. Además, tratando de llegar a acuerdos con los partidos opositores para lograr consensos.
Nada fácil gobernar, pero mucha plata. Muchísima plata en juego de la que dispone un señor que ganó las elecciones.
De algún modo, aquí se corre el velo que envuelve al palacio de La Moneda, dejándolo al descubierto, mostrando parte de sus platas y sus fuerzas.
Gobernar significa poder elegir a esos colaboradores y tenerlos en sus puestos en marzo, sin que después aparezcan reproches por juicios pendientes, abusos o corrupción.
Asumir el gobierno significa hacerse cargo de una billetera muy gorda, con dinero que ninguno de los que gobierna se ha ganado, administrando recursos aportados por los ciudadanos, y lo peor de todo, no siempre pensando en el beneficio de los ciudadanos.
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