Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
En 1810 Chile era un país muy pobre, rural por donde se lo mire, con casi un 90% de analfabetos, con trescientos años de obedecer a un Rey que estaba a cuatro meses de distancia en barco.
Nunca pensamos en independizarnos de España. Todo ocurrió porque Napoleón tomó preso al rey en 1808. Y nosotros no supimos qué hacer. La mayoría de la población no quería cambios, estaban conformes con la monarquía como sistema. Unos pocos, no más de 40 chilenos, que habían estudiado afuera, que tenían libros que hablaban de los cambios en Estados Unidos y Europa, eran los únicos que hablaban de libertad. Cuando se aceptó que en Chile se formara una Junta de Gobierno, se hizo para cuidar los intereses del rey. En el acta del 18 de septiembre de 1810 juramos “defender los derechos del Rey hasta con nuestra última gota de sangre”. Los inteligentes y educados propusieron una idea brillante: jurar lealtad al Rey y también jurar lealtad a la Junta de Gobierno. Eso salvó a Chile. Al año siguiente estábamos designando un Congreso y se empezó a hablar de ser libres de España.
Todo iba bien hasta que regresó de España el joven José Miguel Carrera. Dio un golpe de estado y cerró el Congreso. Apuró el proceso y durante los años siguientes, entre 1812 y 1814 gobernó tratando de fabricar un Chile independiente. Bandera, diario, cañones, biblioteca, todo lo necesario para ser libres, pero fallamos, nos pusimos a pelear entre nosotros y debilitados nos pilló el regreso del Rey a España, el envío de tropas contra los chilenos rebeldes y nuestra derrota en el desastre de Rancagua, en octubre de 1814. Hasta ahí no más nos llegó. Los luchadores, cerca de dos mil personas, cruzaron la cordillera y se fueron a Mendoza, para reorganizar fuerzas y armar un ejército capaz de derrotar a los españoles.
En una epopeya a nivel mundial, José de San Martín y Bernardo O’Higgins cruzaron Los Andes con 5.300 soldados (hacerlo hoy sería también muy complicado). La planificación significó contratar cerca de 80 espías en el territorio chileno que informaban del estado de las fuerzas españolas. El espía más destacado fue el valiente Manuel Rodríguez. Con los datos de los informantes el ejército chileno cruzó y ganó en Chacabuco. Ya reconquistado el centro del país, comenzaron a tratar de derrotar a los españoles que se fueron al sur.
O’Higgins asume en 1818 y maneja el país hasta 1823, logrando consolidar las bases para una república, sin embargo, grupos militares comenzaron un movimiento para derrocarlo. Antes de que la sangre llegara al río, renunció a su cargo, salvando al país de una guerra civil, a diferencia de Balmaceda y Allende, que porfiadamente se quedaron en el poder. Por culpa del primero hubo diez mil muertos en ese Chile de 1891 y por culpa del segundo una dictadura de 17 años. Habría sido más fácil renunciar, como lo hizo O’Higgins.
Después no logramos ponernos de acuerdo durante diez años, hasta que el genio y mal genio de Portales logró estabilizar al país, colocar a los soldados detrás del trono y mantener el poder en manos de un presidente civil. Lamentablemente, lo apresaron en la plaza de Quillota el 3 de junio de 1837, y días después, un grupo de militares sublevados, medio borrachos y de madrugada, lo asesinaron en el sector de El Barón en Valparaíso. El sargento Florín le dispara pero Portales no muere. Ordena que le claven bayonetazos, pero Portales no muere y su cuerpo salta dando estertores en el suelo. Un soldado grita diciendo: “Revísenlo, seguro que trae reliquias”, porque antiguamente se creía que los escapularios o santitos que se llevaban en el cuerpo defenderían a la persona a la hora de la muerte. Un alarife quillotano le sacó el corazón para guardarlo en un copón de plata, donde permanece hasta hoy en la catedral del Valparaíso. El corazón se lo sacaban y guardaban a los que estimaban eran grandes personajes.
Bueno, de todo esto escribo en el Tomo 2 de mi “Historia General de Quillota”, que abarca desde 1800 a 1840 y que espero lanzar a fin de mes. La historia de Chile y la historia nuestra tienen más historias de las que uno cree.
*Imagen Redes Sociales.