El proyecto del tren Valparaíso-Santiago tiene toda la cara de ser una promesa incumplida

Publicado el at 12:25 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

   Si el ojo no nos falla, tal como lo dijimos en su momento, el tren Valparaíso-Santiago parece que fue un volador de luces enviado por el Presidente Boric en un momento político complejo. Eso y nada más.

     Hizo el anuncio en enero de 2023, explicando que había preferido volver al antiguo trazado de 1863, que unió por primera vez la capital con el puerto, para fortalecer a muchas ciudades que necesitan el ferrocarril, como por ejemplo Quillota, La Calera, Llay Llay, Runge, Meiggs y otras que se encuentran en el recorrido de esa histórica ruta.

     El sorpresivo anuncio del Ejecutivo dando cuenta del cambio de proyecto, significó pagar miles de dólares a dos empresas privadas para que dejaran de lado dos estudios avanzados en el recorrido del tren, con un trazado más cercano a la Ruta 68, es decir por Casablanca y Curacaví.

     El problema es que hasta ahora se han ido en puras palabras, promesas y propuestas que no tienen ningún asidero concreto. Se llamó a licitación en agosto de 2023, se presentaron tres empresas, pero ninguna cumplía con todos los requisitos y la licitación fue declarada desierta. Dicen que están apuraditos preparando otra, pero lo más probable es que venga un cambio de gobierno a fines de 2025 y se vuelvan a cambiar los planes.

     Somo un país que cambia cada cuatro años. El péndulo inestable de la política nos lleva de derecha a izquierda, de apoyar o rechazar los proyectos según el color político del que los propuso. ¿Cuál será la política ferroviaria del próximo gobierno? Nadie lo sabe. No hay políticas de Estado que trasciendan los gobiernos y eso nos produce gran daño a todos los chilenos. Si no lo hay en los trenes, mucho más dramáticos todavía son los vaivenes en educación y salud, en pensiones y en seguridad. No sigamos.

     El valor total de reanudar el recorrido del tren Valparaíso – Santiago tiene un costo de 3.820 millones de dólares, una cifra sideral. Boric prometió que la licitación estaría el 2025, pero lo más probable es que sea una nueva promesa incumplida.

     Los lentos son los funcionarios de la Dirección General de Concesiones y Empresa de Ferrocarriles del Estado, que no han podido entregar unas bases razonables para que puedan ser licitadas por empresas nacionales o internacionales. Se trata apenas de los estudios integrales del Proyecto Ferroviario Tren Valparaíso – Santiago, que permitirá tener todos los antecedentes de ingenierías básicas, demanda y evaluación social, expropiaciones y modelo de negocio. Lo más probable es que fallen otra vez y el proyecto quede en el aire. El nuevo gobierno, posiblemente, podría proponer otro trazado y volvemos a cero, con cientos de millones perdidos.

     Para muestra un botón: mucha bulla pero todavía no hay nada concreto con la extensión Limache – Quillota – La Cruz – La Calera, que así como va la podrían poner en funcionamiento después del 2031. Curiosamente, en Santiago las líneas ferroviarias las construyen más rápido. Debe ser el clima.

     Debemos recordar que el proyecto decía que el tren estaría operativo después del 2030, que no se detendría en algunas estaciones, como Quillota; que llegaría solo hasta Viña del Mar. En fin, propuestas al aire que no comprenden el verdadero sentido y magnitud del mundo ferroviario.

     Tanto pasajeros como la carga, podrían tener en esta vía un camino de reactivación de puertos y ciudades, abriendo nuevos espacios de desarrollo que ni se imaginan los que hacen promesas políticas sin mucho fundamento.

      Los trenes, como lo prueban los recorridos europeos o de cualquier otro país desarrollado, son un tema de futuro, un tema de progreso, sin embargo, para nosotros, lamentablemente, siguen siendo usados como promesas en busca de electores.

* Fotografía de Redes Sociales.

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