Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
La delincuencia ha encontrado en Quillota un lugar donde poder trabajar tranquilos. Una ciudad donde las bandas narcos y los grupos de ladrones se sienten cómodos.
Si por mala suerte llegan a caer detenidos por Carabineros, se encuentran con un sistema judicial permisivo, relajado, desconectado de la ciudad, al parecer sin información de los sucesos anteriores, que termina dejándolos libres.
Por ejemplo, el caso de “El Gitano”, que comete un delito en la madrugada de un lunes, lo detienen y al par de horas queda libre por orden del tribunal. Entonces, “El Gitano” vuelve a robar una hora más tarde, esa misma madrugada. Y lo increíble: vuelve a quedar libre. En forma descarada y porque se lo permiten, el señor “Gitano” va como a las 9 de la mañana al tribunal (después de haber robado dos veces esa madrugada) y estampa una amonestación para los Carabineros de Quillota, que el tribunal se encargó en enviarla hasta esa burla de comisaría que tiene la ciudad. Y peor aún, además de esa amonestación, le escriben en el tribunal a don “Gitano”, una queja en contra de los carabineros para ser enviada, también por el propio tribunal, al Instituto Nacional de Derechos Humanos.
¿Qué está pensando “El Gitano”, que ahora está en la cárcel por robos cometidos antes de esa madrugada?
Que apenas salga podrá seguir robando en esta ciudad “buena onda” con los delincuentes.
Mataron a un tipo en plena plaza de armas de Quillota, cerca de las dos de la tarde de un día de semana. Mataron frente al mall a un tipo como a las diez de la noche. Todo ocurrió hace años y todavía no hay nadie detenido. Dos drogos necesitaban un auto para cometer ciertas fechorías o hacer un reparto express y no encontraron nada mejor que hacer parar un auto en calle Molinari, bajar al chofer y matarlo a balazos, luego subir al auto a realizar sus trabajitos. La semana pasada balearon a un tipo en una población ribereña. Otros, más aburridos, secuestraron en calle Bulnes, cerquita del estadio, a un tipo. Desde su teléfono le pidieron un rescate a la familia. Tuvieron el descaro de pedir como rescate: ¡10 kilos de droga!
Ayer en la madrugada, a dos cuadras de la plaza, cuatro mujeres que trabajan en un conflictivo local nocturno son atacadas por un grupo de delincuentes, que no dudaron en disparar en contra del auto en que se encontraban. Heridas fueron trasladadas al hospital, sin embargo, los delincuentes, seguros en la ciudad con tribunales “buena onda”, se atrevieron a volver a disparar sobre el auto, ya estacionado frente al hospital. Una mujer de 31 años fue asesinada por los descarados con dos balazos en el cráneo.
Tiempo atrás mataron a una persona en ese mismo lugar nocturno, que ofrece mujeres y alcohol, y que inexplicablemente sigue ahí atrayendo conflictos, peleas, drogadictos y muerte.
La seguridad de Quillota no es solo responsabilidad de Carabineros y la PDI, también y en grado muy importante, es responsabilidad de los tribunales de justicia. Las cosas hay que decirlas por su nombre para poder enfrentarlas.
Nada alienta más a los delincuentes que la impunidad.
Nada nos hace peor que la impunidad.