Hace varias décadas los dos premios Nobel de Literatura, se vincularon de una u otra forma con la ciudad del cemento
REPORTAJE.- Hace algunas semanas se entregaron los Premios Nobel, galardón internacional que se entregan cada año y que reconocen a personas o instituciones por sus contribuciones en diferentes áreas.
Nuestro país, como ya es conocido, cuenta con dos Nobel desde 1901, año en que se entregaron por primera vez estos codiciados premios, y ambos vinculados a la literatura y específicamente a la poesía: Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
Aunque durante muchos años se ha soñado con tener un tercer Nobel, y hay quienes siguen postulando que el ya fallecido antipoeta Nicanor Parra, lo merece, eso no se ha concretado.
Las siguientes historias unen a Gabriela Mistral y a Pablo Neruda, nuestros dos Nobel, con La Calera. Aunque estos relatos parecieran inverosímiles, o sacados de un cuento o de la imaginación de sus narradores, son verdaderos. Además, estas historias son parte de La Calera y unen la literatura, específicamente la poesía, con la ciudad.
Gabriela Mistral y los trabajadores caleranos
Una carta de 1943, une a un sindicato textil de Artificio con la afamada poetisa Gabriela Mistral. “La Vedetta” fue una importante empresa textil que se encargaba de producir paños, mezclillas, toallas y otros tipos de telas, así como de la fabricación de hilados y tejidos de algodón, ubicada en el sector de Maltería, donde hoy se encuentra la empresa Sopraval.
Como muchas fábricas de los años cuarenta, contaba con un sindicato que no solo se preocupaba de los temas laborales, sino también del esparcimiento de los trabajadores.
Existía un grupo artístico, compuesto por trabajadores textiles que participaba activamente en diversas celebraciones de la zona.
Era 1943 y los trabajadores-artistas, pensaron en bautizar al grupo con el nombre de “Gabriela Mistral”, que en ese año era Cónsul de Chile en Brasil.
Decidieron entonces, enviar una carta, solicitándole permiso para que el grupo artístico sindical, llevara su nombre. “Tenemos el agrado de comunicar a Usted que se organizó en el Sindicato Enrique Oertly un grupo artístico, al que nos hemos permitido ponerle Gabriel Mistral, en obsequio al reconocimiento a su labor literaria en Latino América”, señala en su parte medular la misiva.

Pasó el tiempo y un día, llegó la respuesta a las oficinas del sindicato textil calerano. Para sorpresa de todos, la respuesta estaba escrita de puño y letra de Gabriela Mistral, quien se mostró agradecida por la solicitud de los obreros, señalando “agradezco mucho su homenaje y el de sus amigos”.
Dos años después, Gabriela Mistral recibiría el Premio Nobel de Literatura en Suecia, y años después la empresa textil dejaba de existir, pero en el corazón de sus trabajadores, quedó grabada la historia con la afamada poetisa nacional.
El poeta clandestino que llegó en tren
Corría 1948 y bajo el gobierno de Gabriel González Videla surge la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, conocida como la “Ley Maldita”, que proscribía desde el punto de vista político al Partido Comunista.
El poeta Pablo Neruda, en aquel tiempo era senador de la República. En febrero de 1948 la Corte Suprema, a expresa petición del presidente González Videla, aprueba el desafuero del poeta, quien desde ese momento es buscado por la policía para su detención.
El contexto es el famoso discurso de Neruda, “Yo Acuso”, donde el poeta apuntaba directamente al Presidente de perseguir a las organizaciones sindicales del país. Neruda fue perseguido e incluso se ofrecía recompensa por él.
En octubre de ese mismo año, el profesor César Alvarado, docente de la Escuela de Artesanos de La Calera (hoy Liceo Industrial “Óscar Corona Barahona), le pidió un viernes a un grupo de estudiantes, entre ellos, Alejandro Ojeda, Guillermo Mondaca y Miguel Allendes, que se vistieran adecuadamente porque irían a esperar a un “gran amigo” a la Estación de Trenes de La Calera.
Los alumnos obedecieron y acompañaron al profesor y otros docentes a la estación, cuando en el expreso de las 18 horas, desde Santiago, descendió un hombre alto, vestido elegantemente, con traje y sombrero.
Mezclado entre los demás pasajeros, saludó a los profesores y también a los estudiantes, quienes en ese momento, se dieron cuenta que el viajero era nada menos que Pablo Neruda.
Tras los saludos de rigor, Pablo Neruda fue llevado a pie hasta la Escuela de Artesanos por el polvoriento camino que llevaba al lugar. El poeta estuvo todo el fin de semana en los pequeños departamentos donde residían los profesores del entonces internado calerano.
Ahí compartió con los docentes, para el domingo seguir su viaje a Valparaíso, ciudad que en esos años fue uno de los muchos lugares donde el poeta se escondía en la clandestinidad de la persecución de la que era objeto.
Pablo Neruda finalmente partiría al exilio, cruzando la Cordillera hacia Argentina por el sur en 1949, solo unos meses después de su breve estadía en La Calera.

