Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Un nuevo protagonista se instala en los sórdidos mundos de la delincuencia: el tráfico de armas.
Las armas siempre han sido objeto del deseo de los antisociales, ya que les confieren un poder de fuego y de intimidación que les permite atacar a sus víctimas.
Hoy en día la persecución sigue siendo ir tras el dinero, los consumidores y los traficantes de drogas, pero también seguir el camino de las armas, ya sean estas robadas desde una casa, hechizas en talleres clandestinos, “comercializadas” con funcionarios de las Fuerzas Armadas o bien traídas desde el extranjero.
Sin armas no hay delitos. Ya se acabaron, o quedan muy pocos, cogoteros de cuchilla en mano. Ahora los asaltantes usan armas, algunas muy sofisticadas y de gruesos calibres.
Ha ocurrido en numerosas ocasiones que un delincuente tiene más poder de fuego que un carabinero, que tiene más adiestramiento para disparar y que lo sobrepasa en horas de tiro al blanco.
Los últimos sucesos acaecidos en Quillota tendrían también una vinculación con el tráfico de drogas y el tráfico de armas, dos elementos que se mueven juntos en el mundo del hampa.
Ya no se trata solamente de un cobro por droga entregada para la venta o diferencias en la entrega de ese dinero, sino que además hay transacciones de armas robadas.
Los crímenes ocurridos en la casa okupa de la población Ríos de Chile, así como el asalto en San Pedro y otros casos delictuales de nuestra zona, marcan también esta relación entre venta de droga y búsqueda de armas.
Porque al final, estamos frente a dos negocios importantes: la venta de drogas a los dependientes consumidores y la venta de armas a los ansiosos delincuentes, que necesitan poder de fuego para sus asaltos.
Los narcos se mueven entre las sombras con el tema de las armas. En muchos casos un punto de venta de droga administrado por las bandas que operan en nuestra zona puede comprar un arma robada y revenderla como parte de su negocio.
La situación de las armas ilegales o robadas es muy crítica en el país según los últimos datos. La Dirección General de Movilización Nacional, institución encargada del control de armas, informa que durante el año 2024 desaparecieron por robo, hurto o extravío 7.980 armas, la cifra más alta en los últimos 20 años.
Sin embargo, Carabineros reporta que durante el año 2024 se registraron 23.350 encargos policiales tras denuncias por robo de armas. Conclusión: entre dos instituciones públicas, encargadas del tema, hay en un solo año una diferencia de 15 mil armas. Mucha descoordinación y mucha irresponsabilidad frente a un tema tan crítico para la seguridad nacional.
El que los delincuentes porten armas robadas en sus asaltos a casas particulares queda demostrado en el informe de la Subsecretaría de Seguridad Pública, que señala que un 54% de las armas incautadas corresponden a armamentos debidamente inscritos por particulares.
Un dato no menor es que en Chile, a la fecha, la Dirección de Movilización tiene registradas 867 mil armas en poder de particulares. Todas esas armas podrían caer en manos de los delincuentes, que ahora cada vez que entran a un domicilio preguntan por dinero, joyas y armas.
Estamos frente a un nuevo móvil para muchas acciones delictuales, que consiste en la búsqueda de armas por parte de los delincuentes. Armas que son tan valiosas y transables como las joyas, el dinero y la droga.
