De la máquina de escribir al computador

Publicado el at 12:19 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

Cuando niño mis padres quisieron enviarme donde la señora Alicia Romo para que tomara unos cursos de piano. Abandoné rapidito esas clases porque no eran mi tema, no tenía mucho oído musical.

Sin embargo, años después me pareció que tocaba el piano cuando escribía a máquina para los primeros ejemplares de “El Observador”. Me sentaba cómodamente y estiraba mis brazos para darle con mis dedos a las sonoras teclas de mi primera máquina de escribir. Las letras caían sobre el papel como si cayeran del cielo. Terminada una línea había que empujar el carro a la izquierda, para lo cual realizaba un movimiento con estilo, como si yo fuera un pianista en medio de un concierto. En todo caso, siempre ese sonido del teclado me ha parecido una bella melodía, que guardo entre mis recuerdos, tal como si fuera una canción de amor.

Cuando uno tomaba velocidad escribiendo a máquina, comenzaba a pillar las letras, que armaban las palabras que la mente iba dictando para la construcción de las frases. Hubo un momento en que me faltaba máquina de escribir. Entonces, me pasé a una máquina Olivetti eléctrica, mucho más rápida y con diseño más aerodinámico.

Los muchos años escribiendo siguieron imprimiendo velocidad sobre mi teclado, hasta llegar al fantástico teclado de un computador. Todo cambió, ya que ahora sí se podía tener velocidad, borrar no ya con la x sobre el texto, sino con una tecla de suprimir que vuela sobre la pantalla, cambia los textos y los vuelve a armar en segundos.

El computador se ha transformado en la extensión de nuestros dedos. Su canción es más suave, pero sus efectos son impresionantes. A veces, comparando la máquina de escribir con el computador, me parece asombroso que en tan poco tiempo hayamos dado un salto tecnológico tan grande.

Todo esto que escribo se trata precisamente de la escritura, este oficio fundamental que me acompaña desde hace 55 años.

Escribir es una pasión. Escribir es conversar con miles de lectores. Escribir es abrir el corazón y sacar las mejores palabras para que después queden impresas y sean del dominio de todos.

El proceso tiene algo de magia. Uno tiene una idea en la cabeza y debe dejarla en forma ordenada en el papel. Por ejemplo, tengo que escribir sobre un asalto de un grupo de delincuentes en una casa de campo. ¿Cómo parto el texto? Esa madrugada todos dormían cuando cuatro delincuentes botaron la puerta de la casa para estar en segundos en el dormitorio principal. No, mejor escribo: cuando cuatro violentos delincuentes echaron la puerta abajo. Vuelvo a leer. Queda mejor decir que los cuatro violentos delincuentes echaron la puerta abajo y en segundos estaban en el dormitorio principal quitándoles los celulares a los dueños de casa.

El proceso de escribir obedece a un acto relativamente veloz. Una palabra pide en la mente ser seleccionada. Violentos. Si eso hay que agregarle a los delincuentes y entonces la palabra pide al autor ser colocada en el texto, todo en milésimas de segundo. Y así el proceso continúa, con muchas palabras que quieren reemplazar a otras. Quitándoles los celulares o robándoles los celulares o sustrayendo los celulares o arrancando de sus manos los celulares. En fin, las palabras piden su lugar y uno selecciona como en el aire las que serán usadas en el texto.

La escritura es un bello oficio, que implica tener una idea y poder desarrollarla. Es una mezcla de razones y sentimientos donde uno va expresando una idea. Estamos siempre pensando en el tema que viene. En la forma de abordarlo, en tratar de sintonizar con el lector o con el auditor, evitando espantarlo con textos que no tengan sentido común, con palabras que no se entienden, con ideas trasnochadas, con planteamientos absurdos.

En estos 55 años de escritura ininterrumpida en las páginas de “El Observador”, he disfrutado de la comprensión de miles de lectores, a los que semana a semana les abro mi corazón y mi mente, para compartir algunas ideas que nos hagan reflexionar sobre la realidad que vivimos en nuestras ciudades o en el país.

Esta edición especial de aniversario es una demostración de la pasión que mueve a todos los que escribimos en estas páginas.

*Images de Redes Sociales.

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