Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Quedan tres semanas para que vayamos a votar. El domingo 16 de noviembre, con voto obligatorio, iremos a las urnas donde nos entregarán tres papeletas: una para el Presidente de la República, otra para un senador y otra para un diputado.
Esos son los tres nombres que tiene que tener claro para ir a votar.
En todo caso, hay algunas cosas que ya sabemos. Los partidos políticos, que son menos del 3% de los votantes, nos obligan a elegir entre unos pocos nombres, con la gravedad que muchos de esos nombres no le gustan a nadie, son personas sin servicio público y extrañamente candidatos. Los partidos muchas veces no cuentan con la gente que se necesita. Las buenas personas se alejan de la politiquería, por eso hay tan pocas personas de calidad disponibles.
Es una pena tener que quedarse con la sensación que la inmensa mayoría deberemos votar por unos pocos que esos partidos nos impusieron en sus listas.
No se extrañe si en la calle alguien lo saluda con excesiva cordialidad. Incluso, no se asombre si se le acerca y le da la mano, le pregunta por su familia y le habla de los problemas que tiene el país, de la maldita inseguridad, de las listas de espera, y muchos otros temas difíciles de resolver. No pregunte quién es. Se trata de un candidato o una candidata, que anda en busca de votos.
Se ríen de manera distinta. Palmotean la espalda de sus electores. Se sienten diferentes. Ahora miran con otros ojos a la gente. Están como transfigurados, porque se están sintiendo que tienen que conquistar a su público. Por eso se visten de otra manera, hablan con un nuevo tono, miran con la cara sonriente, aparecen generosos, contentos, seguros del triunfo, disponibles para construir un mañana mejor.
Muchos de ellos llegarán hasta sus casas haciendo un “puerta a puerta”, para presentarse, para saludarlo, para decirle que con sacrificio han decidido ser candidatos y que no prometen nada más que trabajar por el país. Hay otros más audaces que prometen, que dicen que harán cosas que jamás podrían realizar.
La promesa es parte de la política, así que no se asombre, amigo o amiga lectora.
En muchos casos, se trata de una pose de candidato y nada más. Con la alta estima subida más allá de la cuenta, actúan en el nuevo escenario que ellos mismos se han levantado.
Sin embargo, hay otros y otras, pocos, pero los hay, que en verdad quieren destinar parte de sus energías al servicio público, a construir con sus ideas y su trabajo, un mundo mejor para todos.
Quieren una mejor calidad de vida para todos nosotros y por eso han sido capaces de entregar parte importante de su tiempo a servir a los demás. Bien por ellos, el problema es encontrarlos y que no se le confundan con el resto de los candidatos.
Si logra detectar cuáles son los que en verdad pueden servir honestamente, mañana nos irá mejor a todos.
Algunas pistas: que tenga trayectoria de honrado, que siempre haya trabajado, que sea del lugar, que haya demostrado que tiene más interés en servir a los demás que en servirse, que tenga estudios y preparación.
Le deseo buen ojo, para que tengamos un parlamento integrado por senadores y diputados capaces de servir a la gente, con ideas innovadoras, cuidando nuestros recursos y proyectando nuestra nación a un mañana con más progreso y desarrollo.
*Imagen Redes Sociales