Hay pruebas históricas para demostrar que Allende no tuvo que ver con la construcción del Hospital San Martín

Publicado el at 7:39 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

Finalmente, después de dos meses, la Dirección del Servicio de Salud Viña del Mar – Quillota, respondió el oficio que le envió el diputado Andrés Longton, en el que pedía “información detallada sobre las razones y fundamentos” para nombrar como “Dr. Salvador Allende Gossens” al Hospital Biprovincial Quillota – Petorca, y si hubo un proceso de consulta ciudadana.

No entregaron nada detallado ni tampoco hicieron ninguna consulta ciudadana. Todo mal. Quieren imponer un nombre por decreto, sin advertir que, por otro decreto, el próximo gobierno borrará el nombre. Lo que la gente pide es que se termine de implementar el nuevo hospital y que no impongan un nombre ajeno que divide, justamente en un lugar de acogida, paz y sanación.

Para comprender mejor la situación, hay que decir que el antiguo “Hospital de Caridad” se puso en funcionamiento en 1860 y fue reemplazado casi cien años después, por el Hospital “San Martín”, que comenzó a atender en 1951. Registros indican que la comunidad de Quillota comenzó a pedir un nuevo hospital después del terremoto de 1906, que dañó gravemente al recinto hospitalario.

Hasta ahora el Ministerio de Salud no había mostrado las razones que tenía para proponer el nombre de Allende. Al responder el oficio del diputado Longton, el lunes de esta semana, señalaron que: “Fue en el año 1939, cuando el Ministro Allende Gossens anuncia que el proyecto del nuevo establecimiento sería una realidad y estaría incluido en los fondos nacionales para más tarde convertirse en un moderno recinto de salud para la época, lo que vendría a dar cumplimiento a un sentido anhelo de las autoridades médicas y quillotanos”.

Es una respuesta ambigua que no aporta nada concreto y deja en evidencia que no tienen fundamentos para lo que están proponiendo.

Los recursos para el nuevo hospital son aprobados por el Congreso el 3 de septiembre de 1942, cuando Allende ya no era ni ministro.

En honor a la verdad, digamos que Allende fue elegido diputado en 1937, (para el período 1937-1941), que renunció a su cargo dos años después, para asumir como Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Fue ministro entre el 28 de septiembre de 1939 y el 23 de octubre de 1941. A la muerte por tuberculosis del presidente Aguirre Cerda deja el cargo, pero vuelve a ser ministro entre el 15 de diciembre de 1941 y el 7 de abril de 1942, fecha en que debe abandonar el ministerio porque el nuevo Presidente, Juan Antonio Ríos, no lo confirma en el cargo.

El diputado Vasco Valdebenito, que asiste a la sesión en la que se aprueba la construcción del nuevo hospital, emocionado, le manda un telegrama al principal impulsor de la iniciativa, el Dr. Alejandro Vásquez Armijo, que desde 1927 venía planteando que Quillota necesitaba la construcción de un nuevo hospital, una red estable de agua potable y alcantarillado. “Comisión de Hacienda aprobó construcción Hospital”, señala el histórico telegrama, fechado el 3 de septiembre de 1942. Dos meses después se dicta la Ley 7.379, que asigna ocho millones para edificación del nuevo hospital.

No hay rastros de Allende. Es la gente de Quillota la que viene luchando por su nuevo hospital. El famoso doctor Alejandro Vásquez, que ya trabajaba en el hospital, escribe a mediados de 1936 que “debemos luchar porque el viejo edificio del Hospital San Martín sea reemplazado por una construcción moderna y que pueda satisfacer las necesidades de salud de la población”. Gracias al Dr. Vásquez, Quillota y La Cruz, en 1936 comienzan con sus servicios de agua potable. A fines de 1936 se constituyó el Comité Comunal, donde se reunieron todas las fuerzas vivas de la ciudad para pedir la construcción de un nuevo hospital. Hay oficios enviados desde Quillota a las autoridades de Santiago, desde mediados de 1938, pidiendo que “se consulten fondos para la construcción del hospital”. Una vez que se aprueban, la comunidad regala una ambulancia para el hospital, en 1943.

Pero no se cumple con la ley y no se disponen los fondos para el nuevo hospital. Gran reunión en la Escuela de Caballería, el 5 de marzo de 1944, en la que el Dr. Vásquez propuso una intensa campaña para “obtener el cumplimiento de la ley que destinó $ 8.000.000 para la construcción del hospital”. Siguen los oficios y las visitas a autoridades de Santiago. En 1944 comienzan las obras. La comunidad brinda apoyo a la Maternidad, que tenía muchos problemas y carencias. Rotary Club arma un Ropero del Pueblo. En uno de los oficios les advierten a las autoridades que en el lugar donde se está levantando el nuevo hospital no hay agua potable, ni alcantarillado y tampoco está pavimentada la calle Maipú. La gente está preocupada. Comienzan las obras, pero en dos ocasiones se paralizan los trabajos por meses. Vuelve la comunidad a hacerle llamados a la autoridad para que se retomen las obras. Allende no aparece por ningún lado. Terminan el hospital en 1948, pero no se podrá poner al servicio de los pacientes hasta 1951, por falta de equipamiento e instrumental. Tampoco estaba Allende, que había sido elegido senador en 1945, para impedir que el recinto hospitalario estuviera dos años abandonado.

En resumen, no hay razones para imponer el nombre de Allende a nuestro Hospital Biprovincial Quillota – Petorca. Como muy bien lo dijo Tomás Mosciatti: “Ha sido obra de todos por sobre cualquier ideología” y agregó con justa razón que en la zona ha comenzado un “alzamiento” porque no quieren ese nombre que divide y porque no han encontrado nada que relacione a Allende con el Hospital de Quillota. También fue categórico el diputado Longton al señalar que “la respuesta de salud deja en evidencia que la decisión que están imponiendo a la comunidad está marcada por un sesgo político, propio de quienes con tal de cumplir su objetivo son capaces de cambiar la historia de Quillota para acomodarla a sus intereses políticos”.

Se siguen juntando miles de firmas y cunde en la ciudadanía, en forma transversal, un decidido rechazo a la idea de cambiarle el nombre a nuestro hospital.

 

 

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