Ésta es la contaminación que NO se mide en Quintero y Puchuncaví

Publicado el at 07/07/2022
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El Parque Industrial presente en la zona emite contaminantes que tienen la capacidad de acumularse en el suelo, agua y en los cuerpos de las personas; provocando un silencioso daño a largo plazo. En este Reportaje PM de Observador.cl, el químico industrial de la PUCV, Waldo Quiroz Venegas, ahonda sobre esta problemática que ha sido invisibilizada

Tanto Quintero como Puchuncaví y Concón han estado en ojo público del durante años, debido al gran nivel de contaminación ambiental proveniente del Parque Industrial al que se exponen sus habitantes en interacción con el medio ambiente, lo que ha puesto en grave peligro la salud y calidad de vida de este territorio.

Según un informe realizado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) en el año 2018, existen indicadores de salud, ambientales, laborales y socioeconómicos que dejan a la Bahía de Quintero bajo una condición de “Zona de Sacrificio”, debido a conflictos socioambientales gatillados por el Parque Industrial inaugurado en 1961, pero que ha pasado de tener una empresa a una ventinena de ellas, con muy diversos tipos de emisión al medio ambiente.

Cordón industrial
Es uno de los complejos más grande de Chile con aproximadamente 500 hectáreas. Posee cuatro plantas termoeléctricas a carbón, dos a gas, una fundición y refinería de cobre y otras empresas de químicos, lubricantes, combustibles, asfalto y cemento.

Zona de Sacrificio es un concepto acuñado por la sociedad civil que define a una región geográfica sujeta a un profundo daño ambiental y/o falta de inversión económica, por efecto de la actividad industrial, que no retribuye desarrollo a su entorno cercano. Esta definición impone una etiqueta a la zona, que invisibiliza otras bondades que quedan bajo la sombra de esta condición.

No obstante, junto a la contaminación atmosférica, como la producida por las emisiones de dióxido de azufre (SO2), material particulado y otros compuestos, que ha afectado a estas comunas, existe otra que es silenciosa y altamente peligrosa a largo plazo, porque los expertos advierten que genera daños irreversibles: la acumulación de metales pesados y contaminantes orgánicos en sedimentos.

El problema es que ninguno de ellos se está midiendo.

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Contaminación de suelo: Metales pesados sin monitoreo

Actualmente, existen elementos que se miden y arrojan datos sobre la salud ambiental de la bahía, pero todos ellos corresponden a compuestos que impactan la calidad del aire. Existen red de monitoreo en línea, protocolo para atender desde alertas hasta emergencias y un Plan de prevención y Descontaminación basado en estos datos, que ya tiene 3 años.

De este cuadro, llama la atención que, sin que operen algunas empresas debido a la activación de esos protocolos, se sigan presentando afectados con síntomas de intoxicación.

Ahí es donde surge la pregunta de qué elementos contaminantes no se están midiendo, más allá de si ellos podrían ser responsables o no de lo que ha sucedido en la zona los últimos años y con repetidos incidentes durante los últimos dos meses.

A diferencia de lo que sucede con la calidad del aire, no hay monitoreo ni protocolos de acción respecto de lo que sucede a ras de suelo, en torno a los cuales la zona camina casi literalmente a ciegas, pues hay contaminantes cuya presencia en suelo y sedimentos está respaldada por estudios realizados en la zona, pero no son monitoreados por el Estado ni las empresas (porque el Estado no se los pide), dejando sin norma de control al cordón industrial.

Así lo advierte el académico Waldo Quiroz, doctor en Química Analítica Ambiental de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, quien explica que entre estos compuestos “tenemos los llamados metales pesados, es decir, elementos como el cobre, arsénico, mercurio, plomo, que han sido medidos en estudios científicos, tanto en suelos como sedimentos de la bahía, incluso en moluscos y algas, los cuales tienen niveles muy elevados”, explica

El académico explica que hace décadas se están discutiendo normas que regulen a los metales pesados, pero que sin embargo falta voluntad política para aterrizar la idea.

Los primeros estudios de líneas bases se vienen realizando hace muchos años. Existen normas internacionales de suelos, para basarnos en ellas, la literatura científica también apoya bastante, los métodos de análisis son bastante conocidos y se pueden realizar en chile, pero hay una barrera política que no lo ha permitido”, advierte el experto, que ha concentrado parte de su desarrollo profesional en el caso de la bahía de Quintero.

Se propagan 20 kilómetros a la redonda y por décadas

Estos contaminantes se propagan al suelo por deposición del material sedimentable, gracias al arrastre del viento que apila grandes cantidades de polvo proveniente de las industrias. En caso de que el material sea grueso, se genera una contaminación potencial en un radio estimado de 20 kilómetros a la redonda, cuya acumulación no responde a lo que las empresas aportan exclusivamente en los últimos años, sino a lo que se ha sumado por décadas.

También están los contaminantes orgánicos aromáticos que, al caer el suelo, persisten temporalmente por décadas, porque la dinámica de suelo es muy lenta.  Lo único que se puede hacer en términos de medio ambiente para recuperar naturalmente el suelo es el proceso de erosión y de lluvia, pero son sumamente lentos para los metales pesados y material particulado que cae alrededor”, añade Quiroz.

Los contaminantes orgánicos aromáticos corresponden hidrocarburos, también conocidos como hidrocarburos poli-aromáticos.

Contaminación profunda en el agua

Este proceso continúa en el agua. Más allá de alarmar a la población sobre la calidad del agua de mar, el impacto de esos contaminantes del sueño en la calidad del mar es información que debería monitorearse.

“En el caso del sedimento con el agua, que al igual que el aire es un fluido, pasa que el material cuando llega al agua sigue sedimentando hacia el fondo del mar y se forma la capa sedimentaria. La diferencia química y física, es que al estar en contacto con el agua los contaminantes que tienden a acumularse son los insolubles”, explica Waldo Quiroz.

Waldo Quiroz Venegas
Waldo Quiroz Venegas (44), es quilpueíno y químico industrial de profesión, con un doctorado especializado en Química Analítica Ambiental. Actualmente es académico de la PUCV

Por esta razón es probable encontrar en la zona –y así ha sido- grandes cantidades de plomo, que al ser insoluble se va acumulando en el fondo del mar.

El experto explica que los sedimentos también afectan a organismos marinos, “como los moluscos que filtran contaminantes como los metales pesados. Estos  tienden a acumularse en ellos; y allí empieza un ciclo en el que los contaminantes ya ingresan a la biota a los seres vivos marinos”.

Un peligro irreversible a largo plazo

Aquí el grado de peligrosidad tiene una variante: el tiempo de exposición.

Los contaminantes atmosféricos son peligrosos en el corto plazo, ya que sus efectos son visibles rápidamente, siendo estos agresivos. Un ejemplo es el Dióxido de azufre (SO2), que al contacto con el cuerpo humano genera un ácido que destruye las células velozmente, generando consecuencias abruptas cuando la gente los absorbe.

Sin embargo, los metales pesados y los contaminantes orgánicos son más peligrosos en el largo plazo, y tienden a acumularse con el tiempo. Por ejemplo, el plomo se tiende a acumular en los huesos del esqueleto, y claro, pequeñas cantidades de plomo que en el corto plazo pareciera que no generan nada, en el largo plazo (años o décadas) generan efectos irreversibles; como la deformación de huesos, o daños neurodegenerativos”, enfatiza.

Urgen medidas para atender a las personas

Waldo Quiroz es claro al afirmar que “la situación de Puchuncaví no tiene solución dentro de una generación”. Y los casos similares que han pasado en otras zonas del mundo, que no se han podido resolver, han culminado en indemnizaciones para la población afectada. Cuando hay un daño irreparable es lo que corresponde”.

Pese a que, desde las decisiones políticas, se están tomando medidas basadas en movilizar estas industrias o -como ha dicho el Gobierno- hacer que algunas de ellas dejen de operar, Quino advierte que el daño en la gente ya está hecho.

“Lo que proponen los grupos ambientalistas y pobladores es que se aplican normas estrictas de monitoreo para ciertos contaminantes, pero eso no va a resolver la contaminación que ya existe, y las probabilidades de que eso quede en cero son muy bajas. Las soluciones implican inversiones grandes. Pero en vez de inyectar dinero para movilizar una industria o en un sistema de monitoreo burocrático, es mejor que ese dinero quede en la gente”, argumenta.

Finalmente, reflexiona y expresa a que no se debe olvidar a las personas: “No hay que olvidarse de la gente, porque hay mucha gente que quiere irse y no puede por falta de recursos.”

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