MI BUENA NOTICIA: Le regalaron un telescopio cuando niño y hoy su hobby es la astrofotografía

Publicado el at 28/09/2018
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El ingeniero Freddy Soto ha capturado hermosas imágenes del cosmos

VILLA ALEMANA.- Desde muy pequeño a Freddy Soto Caamaño, hoy de 35 años, le gustaron las estrellas. Su interés era tanto, que una Navidad el Viejito Pascuero le trajo de regalo un telescopio, “yo tenía como 8 o 10 años y me gustaba la astronomía, así me puse a mirar las estrellas y los planetas y además empecé a investigar sobre el tema”, recuerda.

Como hijo de una profesora de matemáticas, Freddy siempre tuvo acceso a material educativo, sin embargo lo que recuerda más nítidamente son los fascículos del Icarito que su mamá coleccionaba y que a él le sirvieron para aprender de astros y constelaciones. Así pudo conocer cómo ubicar un planeta o una galaxia en el ancho cielo.

“Con mi telescopio iba aprendiendo a conocer el cosmos, básicamente iba descubriendo las estrellas que se pueden ver en el hemisferio sur y los planetas. Así pude ver con mis propios ojos a Saturno y sus anillos o a Júpiter con sus satélites y junto con eso empecé a maravillarme de todo lo que hay en el cosmos, a la par que iba leyendo revistas y libros, además de los Icaritos que juntaba mi mamá”, explica con voz llena de entusiasmo.

Así pasaron los años y Freddy seguía aprendiendo, aunque con su telescopio de niño. Eso hasta el año 2013, cuando ya convertido en ingeniero constructor, especialista en edificar cines, reunió cerca de un millón y medio de pesos y pudo comprarse un telescopio más tecnológico y con mayor potencia visual.

“Era mi sueño de chico comprarme un telescopio más grande y sacar fotografías. Entonces me compré un telescopio marca Celectron, de tipo newtoniano, o sea que se mira por el lado, es de mil milímetros de longitud focal y tiene un diámetro de 203 milímetros. Tiene mayor capacidad óptica, lo que te permite acercarte más al objetivo y verlo más nítido. Por ejemplo, se puede ver Júpiter del tamaño de una naranja y sin distorsión”, comenta apasionadamente.

Con su nuevo juguete en mano, a Freddy solo le faltaba aprender más sobre astrofotografía y, junto con su amigo Roberto, con quien comparte esta afición, decidieron comprar una máquina que puede adecuarse al telescopio mediante un adaptador.

“Desde que me compré el telescopio estuve varios años aprendiendo a utilizarlo bien y por eso llevo poco tiempo haciendo astrofotografía, recién en el 2016 nos empezamos a dedicar a las fotos con Roberto y nos compramos la cámara. Lo que pasa es que no es fácil hacer este tipo de fotografías, porque depende mucho de la capacidad del telescopio para ‘seguir’ a los planetas, por ejemplo. Entonces, este equipo tiene un dispositivo electrónico que se enchufa a una batería y se enfoca el objetivo para que el dispositivo lo vaya siguiendo toda la noche o el tiempo que uno estime necesario. Así se pueden hacer tomas de larga exposición”, explica.

Pero no todo ha sido un aprendizaje autodidacta, pues Freddy también ha recurrido a especialistas que le han aportado sus conocimientos sobre el tema.

“Hice un curso de astrofotografía en la Sociedad Astronómica de Valparaíso y Viña del Mar, Saval, donde conocimos personas que nos han enseñado, como Juan Alvarado, que es como nuestro gran maestro”, subraya.

Gracias a este interés y dedicación Freddy ha obtenido hermosas imágenes del espacio profundo, de constelaciones y planetas.

He podido capturar galaxias y nebulosas, eso es lo que busco fotografiar, aprovechando que la cámara tiene mejor óptica que el ojo humano y puede distinguir formas y colores nítidamente, así capté, por ejemplo, la nebulosa de la tarántula que es bien bonita”, comenta orgulloso.

Hasta hoy Freddy solo ha aprovechado salidas esporádicas para lograr algunas tomas y naturalmente su sueño es llegar hasta los ya internacionalmente conocidos cielos de la Cuarta Región. Por eso ya planea un posible viaje para capturar el eclipse de sol que será posible ver en julio de 2019. Mientras tanto, él y otros aficionados a este hobby aprovechan los cielos de la cuesta La Dormida, en Olmué, donde las condiciones favorecen la captura de buenas imágenes.

Para Freddy, quien al momento de postular a la universidad estaba indeciso entre astronomía e ingeniería, estasingular afición terminó siendo el complemento perfecto a lo que hoy es su profesión. “Esto es algo que me maravilla día a día”, concluye.

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