Rafael Enos Aguirre: “Me llamaron para resolver una causa y me quedé 30 años”

Publicado el at 12:41 am
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Este abogado hoy es un querido habitante de la Población Cemento Melón, quien ayudó a gran parte de sus propietarios actuales a adquirir las casas del otrora campamento

Como “nacido, criado, estudiado y casado en el primer puerto de Chile, San Antonio” se presenta el abogado Rafael Enos Aguirre, de 74 años. Tras cuatro años en Puerto Montt, trabajando en la Dirección de Obras Portuarias, llegó a Valparaíso. Todo, para estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y dar una mejor vida a su esposa, Oriana; y los tres hijos de ambos: Pablo, Rafael y Oriana.

Fui parte de la primera generación que dio la Prueba de Aptitud Académica (PAA) y me titulé en 1977 manteniendo mi trabajo de manera paralela por algunos años. A Quillota me vine el 74, cuando estaba terminando de estudiar. Ahí hice mi práctica, mi memoria y di el examen de grado. Después de jurar el año 77 en la Corte Suprema, a fines del 78, el abogado de Cemento Melón me invitó a trabajar como procurador (ayudante)”, recuerda, mostrando que su vida profesional ha estado ligada a la empresa apenas se graduó en el área de Recursos Humanos.

Alcanzó a estar tres meses, porque su jefe repentinamente renunció. Tras este cambio inesperado, decidió regresar a su casa en Quillota, convencido de que ya no trabajaría en la fábrica. No obstante, seis días después, lo fueron a buscar en camioneta y le indicaron que debía contactarse con un abogado que estaba en Santiago.

“Llegué y me dijo: ‘¡Rafael, tú no sabes lo que está pasando aquí, tienes que estar urgente mañana en la Corte de Apelaciones de Valparaíso por un alegato!’. Fui, gané y me quedé treinta años en Cemento Melón”, cuenta, feliz de recordar esa noticia.

Y pasó todas las transformaciones corporativas: llegaron los ingleses de Blue Circle y lo confirmaron como abogado; veinte años después la empresa fue manejada por los franceses de “Lafarge” y lo volvieron a confirmar. Desde el 2010, está a cargo el grupo peruano Brescia.

Así es como este sanantonino de origen se fue convirtiendo en calerano. Y no cualquier calerano. Arribó a la Población Cemento Melón un año después de su ingreso a la fábrica. Vivió en una casa que está justo al lado de la que actualmente reside. Eran tiempos en que las casas eran de propiedad de la empresa y se cedían temporalmente, durante todo el tiempo que el trabajador operaba en la empresa.

“Llegué a la casa número dos de un grupo de construcciones gemelas y ahí estuve como veinte años. Luego, me fui y regresé a ésta, cuando los ingleses me encargaron ‘deshacerme’ de todas las viviendas que poseían. Eso significó hacer un plan de ventas que duró entre dos y tres años, primero, donde la prioridad estaba con los trabajadores de la empresa. Las de El Melón y La Calera eran una sola propiedad, entonces trabajé con arquitectos en la división, pero la Municipalidad de La Calera exigió que abriéramos la población y hubo que demoler todas la que no las dejaban continuar las calles de afuera”, recuerda.

“En aquél entonces, la política de la empresa fue muy sana”, asegura Rafael, debido a que los dueños le indicaron que se las ofreciera a quienes estaban viviendo en ellas.

“Se vendieron baratísimas. A 500 mil o 600 mil pesos, pero aun así algunos se fueron. Otros, en cambio, decidieron comprar y entre esos estuve yo”, comentó.

El propio Enos ayudó a cada familia que quiso adquirir la casa, para regularizar su propiedad y materializar la compra.

MÚSICA Y CORPORACIÓN CULTURAL

Rafael Enos no sólo se ha hecho un reconocido calerano por ser el abogado de la fábrica. También su interés por la música lo llevó a formar una banda junto a algunos colegas. Tenía tal nivel, que se transformaron en el show principal del Día del Cemento por varios años, tocando ante 500 trabajadores.

Con los años, pasó del escenario a la gestión cultural, pues actualmente participa en la Corporación Cultural La Calera, que fue creada el año 2000 como Corporación de Amigos del Centro Cultural de La Calera. Sin embargo, decidieron cambiar su nombre “porque no hay un centro cultural como el fabuloso que hay en Quillota. Se quiso hacer uno, pero la construcción quedó inconclusa”, asevera.

“¿Por qué se creó? Lo tengo muy grabado: en 1986, al gerente de Personal de la época, Germán Barrera, se le ocurrió hacer un festival interno de Melón, al que se trajo dos o tres artistas. Pero la naturaleza de la actividad era que compitieran cantantes en distintos géneros musicales, divididos en categorías: infantes, adolescentes, cónyuges y trabajadores. Se presentaron candidatos, se hizo la selección y duró tres días en el ‘Casino de Empleados’ que ahora es la Municipalidad de La Calera. En ese entonces yo fui escogido como presidente del jurado”, rememora.

Dado el éxito de que tuvo la primera versión, el festival se mantuvo hasta 1998, pero se fue transformando, conforme iba creciendo su fama. Las categorías iniciales dieron paso a una convocatoria que tenía como único requisito pertenecer a la Quinta Región.

“Terminamos haciendo el festival para 5 mil personas con ingreso gratis, en el estadio Cemento Melón. El último costó 25 millones de pesos. Entonces, un gerente nuevo pidió que el festival se pasara a la Municipalidad, es decir, se le entregaba el dinero y por la Ley de Donaciones Culturales (Ley Valdés) recuperábamos la mitad, pero para eso ellos no podían ser los organizadores, sino que se necesitaba una Corporación sin fines de lucro. Hablé con el alcalde de ese entonces, Roberto Chahuán, y me dijo que la formara. Así que lo hice con los integrantes del Rotary Club de La Calera”, reveló.

Durante el 2006 y una vez finalizada su última etapa laboral como trabajador de planta de Cemento Melón –continuó como abogado externo hasta 2010-, Rafael se integró al Directorio de la flamante Corporación Cultural La Clara y la empresa, que a esa altura había dejado de financiar el festival, decidió entregar sus recursos destinados a la Responsabilidad Social Empresarial a ella, para formación artística y musical, además de actividades sociales y culturales. Entre ellas, el programa Nuestros Tesoros Melón Cementos 2019.

“Gracias a eso creamos la Orquesta de Cámara Juvenil de La Calera que dura hasta el día de hoy. También, como Corporación, nos toca viajar a todos los lugares en los que Melón tiene presencia. Hacemos programas culturales en escuelas, año por medio aquí se realiza un concurso de obras de teatro entre los quince colegios municipalizados de La Calera a los que van profesores de nosotros traemos y finalmente se seleccionan cuatro, entre; se ha hecho el concurso de murales, el encuentro de Orquestas Infantiles y Juveniles, entre muchas otras cosas”, destaca este abogado que, además, es un experto sin igual en la historia de la ciudad y la fábrica de cemento.

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