Calerano se salvó de tragedia del Hércules C130: “Doy gracias a Dios por no subir al avión”

Publicado el at 16/12/2019
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Cabo Primero de la Fuerza Aérea de Chile, Mauricio Olivares, viajó el lunes entre Santiago y Punta Arenas en la misma aeronave Hércules C130 que desapareció

LA CALERA.- La mañana del lunes, el calerano Mauricio Olivares se presentó en la base de la Fuerza Aérea en Santiago, asistió a la formación y se embarcó junto a sus compañeros en la aeronave Hércules C130. Todo parecía normal. Fue un viaje sin ningún contratiempo. Aterrizaron en Punta Arenas y rápidamente se distribuyeron las tareas. Mauricio debía trabajar junto a sus compañeros en ordenar la carga que llevarían a su misión en la Antártica, que forma parte de las acciones que despliega el grupo del Comando de Salvamento y Rescate al que pertenece. No estaba todo en Punta Arenas, faltaban algunos bultos. Ellos debían viajar junto con la carga que tendrían que llevar a su base, más allá del círculo polar. No pudieron subir al Hércules. Se quedaron abajo. Desde la loza del austral aeropuerto vieron despegar a las 16:55 de la tarde al pesado avión de transporte de la FACH.

A bordo iban 37 pasajeros rumbo a la base aérea Antártica Presidente Eduardo Frei Montalva, para realizar trabajos logísticos de revisión de un oleoducto de la base militar. Mauricio y su grupo permaneció en el aeropuerto a la espera de completar la carga, sin embargo, les contaron que el avión había perdido contacto con la torre de control. Cundió el nerviosismo. Les ratificaron que a eso de las 18 horas con 13 minutos se había producido el último contacto radial con la base militar en Punta Arenas. La situación era grave y para buscarlos declararon de inmediato el estado de alerta, activándose los protocolos de búsqueda y rescate.

La tragedia se había ido con el avión y el milagro se había quedado entre los 12 tripulantes, en su mayoría del Comando de Salvamento y Rescate, que se quedaron en Punta Arenas, sin poder dirigirse a la Base Frei, desde donde saldrían a cumplir su misión, en una base mucho más lejana, la base Teniente Luis Carvajal.

LA HISTORIA DEL CALERANO MAURICIO OLIVARES

Mauricio tiene 34 años y es nacido y criado en La Calera. Estudió en el liceo San José y de niño sintió un gran apego por la iglesia Católica. Al salir de cuarto medio entendió que su vocación estaba en la Fuerza Aérea. Postuló, siguió los procesos y quedó como tripulante de helicóptero, luego realizó un curso para formar parte de las fuerzas especiales y comandos de aviación. “Esto es muy gratificante-cuenta Mauricio a El Observador- porque el comando tiene una área de rescate y estamos constantemente ocupando nuestro entrenamiento para prestar servicios a la comunidad”.

Pasó un tiempo y Mauricio contrajo matrimonio con la calerana Claudia Tapia Pimentel, ambos tuvieron tres hijos que actualmente tienen 8, 5 y 2 años. Fueron trasladados hasta Antofagasta donde fue destinado a cumplir diferentes labores.
Este año y luego de una postulación, cumplió con los requisitos para ir a una labor específica, ser parte del comando de aviación e ir como especialista de rescate a la base aérea Teniente Luis Carvajal en la Antártica, base que está a más de 1.500 kilómetros desde la primera base, la Presidente Eduardo Frei Montalva.

“Cuando me avisaron fue muy emocionante para mí, sabía que tendría que dejar a mi familia unos meses pero todos me apoyaron. El lugar al que vamos pasa el círculo polar antártico donde las comunicaciones son casi nulas y sólo contamos con una señal satelital, llevamos provisiones para esos meses ya que el único contacto que hay es con la primera base” explica Mauricio.

El pasado viernes la familia celebró el cumpleaños número dos de su hijo y el fin de semana vino a despedirse de sus padres a La Calera. El domingo participó de una misa en la parroquia San José donde el sacerdote le dio las bendiciones y le repitió varias veces que fuera protegido de cualquier tragedia o accidente.

Al día siguiente ya estaba en Santiago listo para abordar el Hércules C130 con destino a Punta Arenas, que trasladaría a las dotaciones hasta las bases antárticas. Entre la tripulación había compañeros de la Fuerza Aérea y amigos con quienes compartió el viaje a la zona austral.

“Cuando llegamos la aeronave cargó combustible para seguir rumbo a Punta Arenas. Todos los que veníamos desde Santiago abordaron para continuar el viaje hasta la Antártica, pero 12 de nosotros no pudimos embarcar. La planificación era que apenas tuviéramos la carga lista para nuestra misión, embarcaríamos en el primer vuelo, que en este caso era el Hércules C 130, pero como no estaba lista tuvimos que quedarnos abajo y tomaríamos el siguiente vuelo. Vimos despegar la aeronave, las condiciones metereológicas estaban buenas, todo estaba absolutamente normal y nosotros listos para partir”, pero ahora “doy gracias a Dios por no subir al avión”.

A casi dos horas del despegue comenzaron los rumores de que habían perdido contacto con el Hércules. “Se decían muchas cosas como que venía de vuelta o había aterrizado en otro lado. Nosotros continuamos con nuestro proceso de armado de carga, hasta que ya los comentarios se hicieron más fuertes y supimos que había desaparecido”.

Inmediatamente Mauricio contactó a su familia para decirle que él no había tomado ese vuelo, ya que las noticias estaban en todos los medios de comunicación del país.

“Es terrible, lo vi despegar, íbamos todos desde Santiago, gente que iba sentada al lado mio y hoy no se sabe dónde están. Son sentimientos encontrados, primero la angustia por mis compañeros y a la vez agradecido de Dios de no haber ido en ese vuelo. Es un impacto saber que podríamos haber sido nosotros”. Antes de ayer arribaron las familias de los desparecidos a Punta Arenas, “fue una angustia verlas desoladas y en esta incertidumbre”, cuenta Mauricio.

Y agrega: “mucha gente lo compara con lo que pasó en Juan Fernández pero las condiciones geográficas son muy distintas, acá estaban en medio del océano”.

EL VIAJE CONTINÚA

Mientras todos los medios están enfocados en la búsqueda, Mauricio y el resto de la tripulación están esperando la instrucción de cuándo parten a la Antártica. Presumen que podría ser dentro de una semana. Luego de llegar a la primera base militar en la Antártica deberán abordar un barco y viajar tres días hasta la base Teniente Luis Carvajal, pasado el círculo polar Antártico.

Ahí en la base más alejada de la Fuerza Aérea chilena Mauricio permanecerá hasta marzo. Un lugar con precarias comunicaciones al que van con la esperanza de poder conectarse a una antena satelital para poder comunicarse. Estará navidad, año nuevo y los próximos meses.

“Esta es la carrera que escogimos y a pesar de que sabemos los riesgos inherentes que conlleva estamos orgullosos de servir a nuestro país. Quiero decir también a través de las páginas de “El Observador”, que desde la Antártica estaré pensando en mi tierra, La Calera, en mi familia y sin duda en estos compañeros desaparecidos. Soy muy creyente y sé que Dios tiene la última palabra”

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