El afectado ofrece recompensa por una pieza sustraída que cuesta más de tres millones de pesos
LA CALERA.- Hace tres años Juan Arancibia Guzmán, de 56 años, y oriundo de Pachacama, decidió abrir su taller mecánico al interior del recinto de Femacal, en la parte posterior del Terminal de Buses de La Calera. Desde esa fecha hasta ahora ha sufrido más de doce robos pero, hace una semana, un nuevo golpe a su local lo dejó sin trabajar.
Según cuenta el afectado, en el pasado se han llevado cosas tan irrisorias como la comida del gato, hervidores y otros artefactos insignificantes. “La verdad no me explico por qué han seguido robando, no tenía nada de valor, es más el daño que han hecho”, señala Arancibia, quien se queja sobre su reciente pérdida, indicando que le robaron una pieza que “no le sirve a nadie más”.
El hombre relata que el viernes de la semana pasada llegó a su taller cerca a las 8 de la mañana, cuando notó que todo estaba desordenado. “Me puse a mirar a ver si faltaba algo, tuve que dar un segundo vistazo y me fijé que no tenía los sensores para hacer el balanceo”, cuenta.
“Entonces me llegó a doler el estómago de los nervios”, relata el preocupado hombre, que hace un mes había terminado de pagar el préstamo que pidió para comprar la máquina que hoy quedó inservible sin esta pieza. “La máquina completa de costó seis millones de pesos y los dos sensores valen entre dos y tres millones”, explica.
De igual manera, explica que este robo acarrea una serie de complicaciones. “Mi hijo, que trabaja conmigo, está estudiando una carrera universitaria que yo le pago, así que no me queda otra alternativa más que hablar con él para decirle que este próximo semestre lo postergue, porque no voy a estar en condiciones de ayudarlo, todo por culpa del robo”, lamenta.
En concreto, el hombre afirma que durante este último robo lo que perdió fueron dos sensores con garras para realizar la alineación, “estos sensores mandan la información al computador para realizar el trabajo correcto”, dice, agregando que este trabajo es uno de los que más realiza en el taller, por lo que la pérdida es más significativa.
Es por eso que incluso, con los pocos recursos que maneja, está dispuesto a ofrecer una recompensa por la devolución de estas piezas. “No le servirán a nadie más, son muy específicas y por el valor que tienen estoy dispuesto a ofrecer una recompensa para tenerlos de vuelta”, dice.
