Cinco chilenos se suicidan cada día

Publicado el at 04/12/2019
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Roberto Silva Bijit

Muchas veces se dice que con la llegada de la primavera aumentan los suicidios, lo cual en parte es verdad, pero lo increíble es que tenemos suicidios todo el año. Hay un promedio de cinco chilenos que se suicidan cada día, un número alarmante, que demuestra la débil salud mental de nuestra población.

Para los expertos la mayoría de los suicidios tiene su origen en la formación familiar, así como la depresión sin tratamiento, la creciente soledad y los problemas económicos, que los obligan a arrastrar deudas que se transforman en una pesadilla, que algunos sin visión de futuro, la terminan con su propia muerte.

He escuchado decir a varios policías que un suicidio tiene al menos diez causas y la gota que rebalsa el vaso es el último problema, por lo tanto, siempre hay que revisar la historia de la persona que se quita la vida.

El suicidio tiene además dos agravantes muy complejos. El primero es que las familias no hablan de los casos de suicidio que han debido soportar, porque sienten vergüenza y sobre todo, se sienten culpables, porque los suicidas hacen que sus seres queridos carguen para siempre la responsabilidad de su muerte.

El otro agravante es el mundo individualista que estamos viviendo, donde la soledad se transforma en una peligrosa enemiga de las mentes de mucha gente, que se hunde en el silencio y la angustia. La mayoría de ellos termina suicidándose en un momento crítico de su prolongada soledad.

Los datos duros son muy alarmantes. Mil 800 chilenos mueren al año por suicidio, pero hay 36 mil personas que intentan suicidarse. Dos de cada diez personas tienen problemas de salud mental. En las últimas dos décadas se han duplicado los suicidios de adultos mayores de 80 años. La tasa más alta fue la del año 2008 con 2 mil 166 casos, bajando en el 2013 a mil 738 casos. Hay también una diferencia de acuerdo al sexo, ya que por cada suicidio de una mujer hay cinco hombres que mueren.

La mayoría de los casos se produce en dos tipos de edades: en jóvenes entre 20 y 29 años y entre personas de la tercera edad.
Entre los jóvenes el suicidio también está acompañado del abuso de alcohol y drogas, que aumentan y exageran sus problemas, haciéndolos creer que no tienen solución.

Y aquí está uno de los temas más recurrentes en este tipo de muertes. Las personas no ven la luz al final del túnel y deciden dejar de caminar, dejar de vivir y hundirse en la muerte. Siempre hay una salida, siempre. El problema central es que el suicida no ve esa salida.

Entonces llegamos al problema de fondo, en el que se detienen todos los especialistas. Lo que pasó con el suicida es que no tuvo redes de apoyo, no tuvo con quién conversar, no quiso conversar, nadie visualizó sus actitudes depresivas o sus angustias lacerantes. La soledad no advertida por los cercanos, unida a la depresión y otros daños mentales, terminan por empujarlo a esta “salida” que no es salida.

En todos los programas de prevención del suicidio se repite que hay que acercarse a esas personas de la familia que se han ido automarginando, tratando de encontrar respuestas a sus problemas en formas y espacios donde nunca encontrarán esa solución.

Estar alerta con quienes pasan por procesos depresivos es lo que hace la diferencia y es también lo que puede salvar una vida.

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